Deber ciudadano de imponer límites al poder

Deber ciudadano de imponer límites al poder

La línea de pensamiento de Henry David Thoreau, transitando por la senda de la desobediencia civil, lo condujo a concluir que un gobierno no debe tener más poder que el que los ciudadanos estén dispuestos a concederle.

Es una idea simple, incluso habrá quien crea que es una obviedad. Sin embargo, la realidad histórica comprueba que quienes ejercen el poder suelen olvidar este principio e incluso tratan de ignorar el hecho de que sólo dirigen el destino de un país de forma coyuntural; pero, más grave aún, esa misma realidad pone en evidencia que el pueblo también olvida su cuota de responsabilidad en los excesos y desmanes que comete quien lo gobierna.

El pensamiento de Thoreau alimentó las luchas de líderes como Mahatma Gandhi y Nelson Mandela, partiendo del principio de que es lícito desconocer una norma que se considere injusta o ilegítima, para lo cual es preciso desafiarla e invalidarla con la decisión civil de incumplirla.

En Venezuela se vive una severa crisis institucional a la par de una aguda crisis económica con altos niveles de descontento popular y de inestabilidad política, contexto en el cual los líderes opositores han invocado dos artículos de la Constitución de la República:

Artículo 333: Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.

Artículo 350: El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.

El primero llama al ciudadano a convertirse en defensor de la Constitución y el segundo a que la ciudadanía como colectivo desconozca al Gobierno y las leyes que estime ilegítimos en el marco de los valores democráticos y los derechos humanos.

Más allá de la resistencia y de la desobediencia civil, se trata de cumplir con el deber ciudadano de imponer límites al poder, algo ante lo cual no cabe la indiferencia.