Breviario de la política exterior de los últimos veinte años

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Breviario de la política exterior de los últimos veinte años

No resulta sencillo describir la política exterior del chavismo-madurismo. Cualquier intento de delimitación conceptual o metodológica corre el riesgo de arrojar una mirada parcial que deje por fuera elementos que bajo casi cualquier criterio pudieran considerarse intrínsecamente esenciales a la política en sí misma. En consecuencia, a los fines de no crearnos férreos cercos, en este papel intentaremos acercarnos a la política exterior venezolana de los últimos veinte años destacando los elementos comunes que comparte con la política exterior que le precedió, así como aquellos elementos que le singularizan; pero evitando, al mismo tiempo, ahondar en casos específicos, ya se trate de Estados (Colombia, Guyana o cualquier otro) o de temas (derechos humanos, delincuencia organizada, etc).

La política exterior de los últimos veinte años da continuidad a un profundo activismo internacional y al empleo del recurso petrolero como columna vertebral de la acción. Pero se diferencia marcadamente de aquella en su componente ideológico. Con la llegada de Hugo Chávez se observa progresivamente una incorporación de valores revolucionarios en la política exterior venezolana, haciéndose esto más acuciado a partir del año 2002.

Afirmar que la política exterior refleja el proceso de transformación que se experimentaba a lo interior del país en este período sería disminuir tanto el objetivo como el propósito revolucionario de su concepción. La política exterior de los gobiernos que precedieron a la denominada “V República”, en los que el esfuerzo diplomático se orientaba a fortalecer un tejido de relaciones políticas, económicas y comerciales que protegieran y aislaran a Venezuela de las amenazas contra su novel democracia; se vio sustituida por una política exterior orientada a asegurar la sobrevivencia del “proceso revolucionario”, a través de una red de relaciones fundadas en lo ideológico y un sistema de “lealtades” que no se limitaron solamente al plano estatal.

Lo anterior ha tenido serias implicaciones para el interés nacional. Resulta hoy incontrovertible que aún con los matices que le imprimió uno y otro partido de gobierno, el interés nacional que guió la política exterior de los gobiernos de nuestra historia democrática mantuvo una sintonía cónsona con el pacto social recogido en la Carta Magna del año 1961. Por el contrario, en la definición del interés nacional que ha guiado la política exterior del chavismo-madurismo se aprecia una disminuida sintonía con el pacto social recogido en la Constitución de 1999. La acción política marcará diferencia con muchos postulados y libertades en ella consagrados y se orientará a la proyección de la revolución en proceso a lo interno del país y el establecimiento de alianzas con países ideológicamente más cercanos. Ello resultará en un distanciamiento político con los Estados Unidos, aunque este país se mantenga como el principal socio comercial de Venezuela, la administración norteamericana deja de considerarlo una fuente de abastecimiento seguro de combustible; paradójicamente las ventas de crudos siguieron fluyendo de acuerdo a la capacidad exportadora del país. Solo muy recientemente Estados Unidos ha afectado este intercambio con el país. Con Europea se desarrollará un modus vivendis en el que primarán el intercambio comercial y las inversiones con algunos países. Venezuela estrechará lazos con países que adversan a Estados Unidos (Rusia, China, Irán, Bielorrusia, entre otros) y aprovechará las distintas corrientes de izquierda que exhiben alguno países latinoamericanos para fomentar un sentimiento de solidaridad que se opusiera al liberalismo impulsado por Estados Unidos en la region.

Una política antiestadounidense

Muchos han catalogado esta arista de la política exterior como antiestadounidense y señalan como epítome de ello la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, a la que en ocasiones se denomina la OEA sin Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, pese a las tensas relaciones de Venezuela con la organización, no estuvo en el planteamiento original abandonar aquel foro. La apuesta estaba más orientada a la cohesión de una posición común que pudiera enfrentar las posiciones concertadas de Estados Unidos y Canadá, en el seno de la OEA. Si eso era posible o realizable es tema de otro análisis en el que debe considerarse por ejemplo el presupuesto de la OEA y el financiamiento, fuera del presupuesto regular de la organización, de sus distintas comisiones y secretarías.

El documento “Las líneas generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007- 2013” sintetiza muy bien lo anterior. En él se propone "neutralizar la acción del imperio fortaleciendo la solidaridad y la opinión pública de los movimientos sociales organizados" y se propugna la creación de una estrategia mundial "para la movilización de masas en apoyo al proceso revolucionario”.

Venezuela apuesta durante este período por un reordenamiento del mapa geopolítico global y la emergencia de nuevos liderazgos que minen o debiliten el posicionamiento de los Estados Unidos. Para ello se separa así misma de los modelos de integración regional basados en la tesis de los regionalismos abiertos abrazada por la OMC y adopta un modelo de relacionamiento solidario en el que la integración esté fundamentada en bases no capitalistas, como el ALBA y UNASUR.

Durante este período, el modelo rentista que ha caracterizado la dinámica económico del país durante las últimas décadas cobra una nueva dimensión al tener una proyección internacional para el incentivo de lealtades (a través de un proceso de captación de renta: financiamiento, donaciones, compras estatales, etc) que no siempre han respondido positivamente a los demandas del país, pero que en una evaluación general ha resultado positiva cuando se le contrasta con su propósito.

Este activismo internacional y exportación “revolucionaria” estuvo soportado por un ingreso petrolero sin precedentes y se benefició de una coyuntura marcada por grandes indefiniciones en la gobernanza global. A medida que el ingreso petrolero merma por variadas razones y disminuyen las indefiniciones en la gobernanza global la sostenibilidad de esta política exterior se ve reducida. Sin embargo, poseer las mayores reservas certificadas de crudo a nivel mundial, un logro de la política exterior aquí esbozada, desde una perspectiva geopolítica, otorgan un respaldo importante en la capacidad negociadora de la nación vis-a-vis el resto del mundo.

En el marco de la actual coyuntura que atraviesa el país esta política exterior enfrentará su prueba de fuego. La apuesta ya no se limita al resultado de una votación en el seno de la OEA, comprometida por la disminución de los flujos financieros venezolanos y el cambio de posiciones ideológicas en varios países de la región. La apuesta está ahora en comprobar si el sistema de reaseguramiento del “proceso revolucionario” opera conforme a las expectativas del chavismo-madurismo, si sus poderosos aliados ideológicos cerrarán filas para impedir que Estados Unidos y Europa ganen un acceso privilegiado a las mayores reservas de crudo del mundo o si estarán abiertos a una negociación que les merme su actualmente más favorable posición relativa.